Cuando la industria automotriz recién comenzaba en Estados Unidos se enfrentaba a dos problemas fundamentales: 1)Accesibilidad, puesto que los autos eran considerados como artículos de lujo disponibles sólo para personas de alto poder adquisitivo y; 2)Falta de infraestructura, ya que el sistema carretero estaba poco desarrollado y, por lo tanto, resultaba ineficiente. Actualmente, al panorama para la industria de los vehículos eléctricos parece ser el mismo.
El visionario de la industria automotriz, Henry Ford, hizo frente a los desafíos de la accesibilidad y la falta de infraestructura y lanzó al mercado el “Modelo T”, el primer vehículo dirigido al mercado masivo. Hoy en día, el reto para Elon Musk y su compañía Tesla es muy similar.
La línea de montaje y el diseño simplificado de Ford permitieron que el “Modelo T” fuera más accesible al público general. De este modo, el gobierno de Estados Unidos fue capaz de acumular ingresos suficientes provenientes de los impuestos a la gasolina para desarrollar el sistema carretero.
Más caminos significó mayor deseo de que los “Modelo T” circularan, y así sucesivamente. Un siglo más tarde, 253 millones de coches recorren las carreteras estadounidenses.
Los compradores de vehículos eléctricos tienen las mismas preocupaciones de los primeros consumidores de automóviles del siglo XX.
Además del precio de la compra de un vehículo eléctrico, la mayoría de los compradores potenciales se plantean la disponibilidad de carga y el rango máximo de viaje como sus mayores desafíos.
85% considera la falta de centros de carga,
83% los altos costos,
73% la incertidumbre sobre la duración de la carga.
Afortunadamente, los precios de los vehículos eléctricos ya están bajando gracias a los avances en la producción de uno de sus componentes clave: los paquetes de baterías de iones de litio que los alimentan.
Los paquetes de baterías representaban un tercio de los costos de un vehículo eléctrico nuevo, pero los costos de estas baterías han caído significativamente desde el 2010. De modo que los fabricantes de automóviles, como Tesla, tendrán que continuar con el progreso tecnológico si desean igualar el auge y crecimiento que Ford alcanzó a principios del siglo pasado.
Un estudio realizado como parte del Proyecto INSPIRE de la National Science Foundation descubrió que el total de dinero costeado a los créditos fiscales otorgados a los nuevos compradores de vehículos eléctricos (actualmente hasta $7,500 dólares por vehículo) habría sido suficiente para construir 60,000 nuevos puntos de recarga en aquel país.
Los centros de carga en Estados Unidos pasaron de 588 (en el 2005) a 42 011 (en el 2016).
En Estados Unidos el crecimiento de la infraestructura de estaciones de carga ya es sorprendente. Se han agregado nuevos puntos de venta públicos a un 65,3% CAGR entre 2011 y 2016, y un mayor crecimiento en las vías carreteras permitirá realizar viajes de larga distancia. Según el estudio, las nuevas estaciones de carga tendrían un efecto más grande en el mercado de los vehículos eléctricos y podrían haber aumentado cinco veces las ventas de éstos.
En resumen, las estaciones de recarga serán para Tesla lo que las carreteras fueron para Ford.
Los medios por los cuales pueden alcanzar el dominio del mercado. El desarrollo de la infraestructura puede ser el “empuje” que los vehículos eléctricos necesitan para superar la barrera de adopción temprana y entrar en la corriente principal. En combinación con la caída de los costos y la mejora de la eficiencia, los vehículos eléctricos podrían hacer posible una transformación similar a la de Ford en la industria automotriz en muy poco tiempo.
Vía: Visual Capitalist